Dulcísimo Jesús, Redentor
del género humano, miradnos humildemente postrados delante de vuestro altar:
vuestros somos y vuestros queremos ser; y a fin de poder vivir más
estrechamente unidos con Vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos
en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.
Muchos, por desgracia, jamás
os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado.
¡Oh Jesús benignísimo!, compadeceos de los unos y de los otros y atraedlos a
todos a vuestro Corazón Santísimo.