Escudo de forma francesa moderna o forma clásica española introducido por la heráldica borbónica, presenta un cuadrilátero que guarda las proporciones del escudo “en estandarte”, pero con los ángulos inferiores redondeados con un cuarto de círculo (una media parte) y la punta está formada por la unión de dos cuartos de círculos de la misma proporción.
Cortado. En jefe de azur un Corazón de Jesús carnado y al natural, flamígero en oro, atravesado en su diestra por una lanza del mismo metal, rodeado éste por una corona de espinas al natural y timbrado por una llama de fuego también al natural y una pequeña cruz latina en sable.
En el abismo del escudo, sobre fondo de oro, el Santo Cáliz de la última cena de Nuestro Señor cuya custodia se reserva en la Catedral de Valencia, en púrpura, adornado con asas y ribetes de oro y perlas al natural, rodeado por tres roeles de gules o tortillos ordenados por defecto, ribeteados en sable.
Timbran el escudo la corona
real francesa en oro, con forro de azur, formada de un círculo de oro con ocho
flores de lis, cerrada de las mismas diademas cargadas de perlas cerradas,
unidas y surmontadas de una doble flor de lis, que es la cimera de Francia.
Surmonta la corona una banda
de plata, iluminada, que lleva inscrita la leyenda “Cofradía del Sagrado
Corazón de Jesús”, en letras de gules.
Por debajo del escudo, en
blanda de plata iluminada, en letras de gules queda expreso el lema “Rex et
centrum omnium cordium”.
El escudo presenta la
naturaleza y el fin de la Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús, cifrada en la
adoración, reparación, conocimiento y enseñanza del misterio de la Redención
que resplandece en el Corazón Santísimo de Nuestro Señor unido sustancialmente
al Verbo de Dios.
Este Corazón Santísimo, cuya
reyecía resplandece por naturaleza y por derecho de conquista, es rey y centro
de todos los corazones en el cual se encuentran todos los tesoros de la
sabiduría y de la ciencia.
El oro regio del abismo del
escudo, signo de la infinita majestad del Corazón de Jesús en quien la humana
naturaleza es actualizada por una única Persona que es la Divina, refulge – en
su centro – el cáliz de la única, verdadera y eterna alianza, cuya sangre – en
la que reside toda la plenitud de la Divinidad – se ofrece como reparación y
adoración perfecta y de eficaz satisfacción a la gloria de la Santísima
Trinidad, representada aquí por los tres roeles en gules que arden en perfecta
y sustancial caridad.
Es pues el Sagrado Corazón
de Jesús rey y centro de todos los corazones en cuyo abismo cifran los deseos
de los eternos collados y en cuyo cáliz de perfecta fragancia la Esencia e
Inmóvil Divinidad es adorada por aquella santa y eficaz propiciación de
infinita complacencia y de perfecta satisfacción.